Tirar la llave

Llevaba mucho tiempo olvidado en ese calabozo.

Las horas o días que acarreaba en ese infecto pozo le eran imposible de determinar.

La desesperación le hacía pensar que eran semanas, aunque se notaba con claridad las costillas.

otra persona le hubiera servido para elucubrar los días que se mantenia sin comer.

Su levedad no era tan diferente a la del resto de su perra vida, siempre tan flaco y desgarbado como una cigüeña.

Lo que le daba una idea de lo prolongado de su cautiverio es que se notaba que estaba muriendo, que percibía cómo se consumía hasta desintegrarse.

Acurrucado en su colchón de cadáveres olvidados, de culpables sin juicio ni abogado.

Recordaba como lo arrojaron por un agujero, y la caida hasta el piso, amortiguado por desechos humanos.

Acusado de asesinato, abandonado en un foso a esperar que muera de inanición.

Justicia medieval sin derecho a rehabilitación.

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