miedo al fracaso

Había calibrado hasta el último de los instrumentos y recontado cada una de las piezas hasta el empalago, hasta la locura de inspector que no encuentra ningún error y que por ello teme estar equivocado. Había engrasado decenas de veces cada junta con aceite, y con su sangre si hubiese sido necesario. La humedad que escapaba en forma de sudor por cada poro de su piel era proporcional a la que faltaba en su garganta, seca de pánico al fallo.

No hay comentarios: