Pan diario

A los pocos días de abandonar el hospital se dio cuenta que su marcapasos estaba enamorado.

Las revoluciones de aquella maquina crecían cada mañana que entraba a la panadería, y cada vez eran más frecuentes los arreones que daba el aparato a media tarde, obligando a excusarse al abuelo, en la compra de alguna pasta o un croissant -bajo el nombre de merienda- Aquella joven inundaba la estancia con su presencia, sintetizando, podría decirse que era una diosa. No le extrañaba pues, que su marcapasos se hubiese enamorado perdidamente de aquella mujer, incluso él se estaba encariñando con aquella panadera, que desde detrás del mostrador llevaba sirviéndole desde hace años






- Bonito principio para una historia romántica -Sonrió la profesora- Lástima que en estos tiempos de ETT a la semana habría otra chica en esa panadería. -Sorprendió la tutora a su alumno, que no pudo dejar de sentir un escalofrío en su cuerpo al observar el desencanto en las palabras y en el rostro de aquella mujer-

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