Cada noche, antes de dormirse, encendía la luz un par de veces, para escribir en cualquier sitio, con cualquier cosa, una idea, o una frase, que si no plasmaba en algun sitio, no le dejaría dormir en toda la noche. Cuando se levantaba, las releía, y en muchas ocasiones ni recordaba lo que significaban realmente. Cada cierto tiempo destajaba ideas buenas y malas. Las buenas iban al cajon, para un libro que jamás escribirá. Las malas, a un blog perdido.