Decidido a negociar con el diablo, lo invocó en noche de luna llena, con sangre de cabrito en su pecho, como una vez le enseñaron las ancianas, y le ofreció un trato:
- ¿Qué quieres a cambio del amor de una mujer?
- Tu alma.
- No te daré mi alma, pides demasiado.
- Entonces me quedaré con tus sentimientos.
- No los necesitaré si tengo a esa mujer.
Y firmó, necio él, un contrato que hizo que dejase de querer a su otrora plátonico amor, de apreciar su vida y de ser persona hasta el dia de su muerte, donde el diablo le esperó en la puerta del tártaro para reirse en su cara.
-lembd-