caminreal (remasterizado)



El hombre de la estación sujeta su rancio billete, amarilleado, deslucido y mustio por el paso de su turno, de su tiempo de uso y por la humedad de los dedos del hombre de la estación, que siempre lo lleva en su mano, como si temiese que al guardarlo en el bolsillo fuese a desvanecerse y desaparecer, como poco a poco desaparece la estación, o como poco a poco esta desapareciendo él mismo. Cada mañana vuelve por la estación para ver sombras y ruinas, y recordar gestos y tareas.
Aunque de vez en cuando pasa algún tren, nunca monta en ninguno, pues ninguno es para él, ninguno viaja hacia donde él quiere, ninguno le llevará hasta el pasado y le dejará en esta misma estación cuando estaba en sus buenos tiempos, cuando él era el dueño de la cantina y la estación no tenia ni sus cristales rotos ni las puertas abatidas. Ahora guarda entre sus manos un viejo boleto anónimo, que en otro tiempo le hubiera traído desde Calatayud, recordando, totalmente convencido, que cualquier tiempo pasado fue mejor.